Miguel Pacheco Loins
Febrero de 2014
Símbolo silente que revela
los enigmas,
desafía el gobierno de
la razón y la creencia,
desata la tormenta
recia y la leve brisa que acaricia,
que inesperadas
despiertan otoño y primavera.
Desde su origen desata
los vientos y la lluvia
que recorre antiguos campos
olvidados,
horadando las costras
de las heridas del desierto,
alcanzando la antigua
semilla esperanzada.
Desde su húmedo refugio
la vida se manifiesta,
despliega sus hojas al
celeste y cálido universo,
sus más suaves y
delicados pétalos se despliegan
y descubren su
maravilloso y único destino.
***
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